NOTICIAS DE CAUDIEL |
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El pasado sábado dos de diciembre tuvo lugar la tercera sesión de "The Avenue". Esta vez contábamos con un sargento del servicio de inteligencia del ejército de tierra, Fernando Mantecón Ferreras, quién contó su experiencia como militar en Afganistán, país en el que ha estado de misión humanitaria en dos ocasiones. Empezó hablando de la figura de los militares, afirmó que es una profesión de valores. De entre los cuales destacó el sacrificio, la lealtad y el servicio tanto en el trabajo como en la familia. Afirmó que siempre habla de la familia porque es "esa parte que no se ve, pero que sufre, en un porcentaje muy alto las consecuencias de que uno esté fuera". Asimismo, se trata de una profesión para la que hace falta vocación. A continuación, expuso el trabajo que desempeñó su unidad de inteligencia en Afganistán. Antes de partir tienen un periodo de formación intenso, que va desde la preparación física y técnica hasta el conocimiento del territorio, las costumbres, etc. Una vez allí, ellos son "los ojos y los oídos del ejército español en territorio enemigo". Habló, también, de su papel como jefe de equipo de estar pendiente de todos los miembros de su unidad, tanto de su estado físico como del psicológico. La realidad la que tocó en Afganistán es la realidad del segundo país más pobre del mundo, con unas costumbres religiosas y culturales muy diferentes a las nuestras. Parte de su labor allí fue humanitaria: reparto de alimentos, asistencia médica, construcción de pasarelas, pozos y fuentes, educación... Con respecto a esto último, contó que montaron una escuela y que él daba clase de español. Siempre ponía algo de deberes y que un día, llegó a clase y se le ocurrió preguntar quién había hecho los deberes. Había dos niños que no levantaron la mano, al mismo tiempo que permanecían asidos a sus mochilas. Les preguntó por qué no los habían hecho, al no obtener respuesta, fue a coger sus mochilas y lo que encontró dentro fue material para hacer explosivos. Dijo que posiblemente planeaban hacer un atentado en la escuela, pero que afortunadamente interceptaron antes el material. La idea de montar la escuela surge como otras muchas ideas de la observación de sus necesidades. Al llegar allí, se iba fijando en lo que no tenían o no funcionaba y buscaban una solución. Por ejemplo, se dio cuenta de que no tenían vertederos y que la basura se acumulaba en las calles. Así que hicieron una campaña para limpiar el poblado, anunciaron la campaña con altavoces por las calles, anunciando que iban a pasar con una excavadora para recoger la basura. Les enseñaron que nosotros quemamos la basura, tenemos vertederos, que algunos desechos pueden ser reutilizados... Para acercarse al pueblo afgano tuvo que aprender algunas palabras en darí, aunque la comunicación era mediante intérpretes. Contó que a pesar de no hablar el mismo idioma sí que conseguían acercarse a la gente y ganar su confianza. Uno de los medios que utilizaron para ello fue la creación de carteles y de un periódico escrito en darí. Con esas publicaciones les hacían llegar los mensajes que querían transmitir al pueblo, por ejemplo, querían concienciar al pueblo de que son uno de los países que más pistacho produce y que han de sacarle partido, e hicieron un cartel con esta temática. También cuando se acercaba el ramadán difundían carteles deseándoles un buen ramadán. Durante una hora se sucedieron historias como estas, anécdotas y vivencias impresionantes para las asistentes, como ellas mismas refirieron posteriormente. Al terminar nos enseño el material que había traído: uniforme, botas, pala, casco... Nos dijo que sólo el equipamiento pesa treinta quilos, alguna hizo la prueba con el casco y confirmó que era muy pesado. Alrededor de la mesa del material, se creó un coloquio, pues las asistentes estaban muy interesadas en el tema y tenían muchas preguntas.
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Marzo 2019
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